El Rosario de Cristal de
la tarde noche de la jornada siguiente al Día del Pilar en Zaragoza, ha
vuelto a tomar las calles para protagonizar uno de los actos centrales de
la programación de las fiestas del Pilar. Se puede ser creyente y disfrutar de
su sentido religioso o simplemente ser un respetuoso con las creencias de todos
y disfrutar de la pasión, de la imagen de la procesión, del sentido artístico y
bello de esta representación zaragozana.
Es una procesión
religiosa, llena de fervor y recogimiento, pero es también una gran demostración
de tradición, de arte con mayúsculas, de sociología y de sentido aragonés de
entender la religiosidad de una sociedad creyente en una gran medida, que
demuestra su particular manera de salir a la calle, junto a miembros de cofradías,
amigos o vecinos.
La Real Cofradía del
Rosario cuida de la conservación y mantenimiento de los faroles y piezas de cristal
que conforman esta procesión casi única. Durante todo el año se pueden ver en
la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en la plaza de San Pedro Nolasco. El
paso de los faroles se divide en los cuatro misterios del Rosario: gozosos,
dolorosos, gloriosos y luminosos, así como otros faroles monumentales que
se pueden admirar durante los dos kilómetros que recorren las distintas
carrozas. El Rosario de Cristal, la procesión que transcurre por las
calles de la ciudad es más reciente, de 1889. Los faroles iluminados fueron
diseñados por el entonces arquitecto municipal Ricardo Magdalena.
Si,
efectivamente, algunas piezas conservan todavía símbolos de la dictadura, que
deberían ser modificados o conservados en el museo pero no sacados a
procesionar. Pero no todo puede ser perfecto.
Las imágenes son de Heraldo de Aragón
Las imágenes son de Heraldo de Aragón