Como ya se
preveía antes de la limpieza de las algas sobre el río Ebro en su paso por
Zaragoza, ha sido un pequeño fracaso el intento de retirarlas. Las
esporas de los helechos de agua, la especie de planta acuática que más ha
proliferado este verano por Zaragoza, permanecerán en el río durante el
invierno y se volverán a reproducir hasta que “cambien las causas de fondo que
han causado su aparición” y que son la elevada concentración de nutrientes en
el agua, el bajo caudal a su paso por la ciudad y la escasa corriente del río
por el azud.
El
agua tiene más nutrientes por los residuos que las aguas sobrantes del riesgo
arrastran hacia el Ebro desde agua arriba, llenas de nitratos y fosfatos. Hay
campos muy pobres de calidad en los que se vierten hasta 12 toneladas de sales
al año por cada hectárea de cultivo para dar a la tierra posibilidad de ser
cultivada. Esto es una auténtica barbaridad que el Ebro no es capaz de asumir
sin cambios.
Se
retiraros unas 12 toneladas de algas en los tres tramos de actuación, pero las
esporas y restos que quedan son más que suficientes para que vuelvan, un mes
después, a crecer las algas sobre el Ebro, hasta límites preocupantes por la
proliferación de mosquitos y mosca negra. Se ha insistido en los cambios que el
Ebro a su paso por Zaragoza está teniendo en los últimos años, sin respuestas
contundentes y eficaces. En la margen izquierda, entre el puente de Santiago y
el de La Unión, la profundidad del Ebro en sus orillas ha pasado del metro y
medio a los 40 centímetros actuales, lo que provoca además retenciones de agua
entre las algas y con ello aumento de los malos olores y de insectos. Sin
contar con el potencial peligro que representa esta poca profundidad del Ebro
si volvieran los grandes caudales de antaño, pues las inundaciones serán
mayores.