Diseñar mobiliario urbano no es sencillo; es complicado acertar pero es muy sencillo errar y equivocarse.
Al ver el nuevo mobiliario urbano instalado a la largo de todo el trayecto del tranvía en Zaragoza pensé en el gran error de diseño que tenía. Era muy “duro”, con esquinas, soso, feo, poco integrador, antinatural por mucho que se le pinte de verde.
Al tocarlo y probarlo mis opiniones se han modificado algo, pero no sé si para bien. No es tan duro como parecía pues no es todo metal sino madera en las zonas verdes, lo que me obliga a pensar que será tratada para humedades y no un simple conglomerado, espero. Las esquinas están ligeramente redondeadas. Pero los pies sí son metálicos y sosos, a la vez que tal vez flojos para el vandalismo.
Lo que no me entra tanto es a la vista. Y no por moderno ni minimalista, que sería lo lógico en estos tiempos, si no por su planteamiento clásico empleando materiales nuevos y tal vez baratos. Si es por eso, se podría haber resuelto el tema poniendo menos cantidad y más calidad, pero nos gusta aparentar, y eso es malo.
No me gustan para ser un mobiliario urbano que envuelva la modernidad del tranvía; creo que nada hay mejor que el clasicismo para remarcar lo novedoso y al revés, si se saben mezclar y separar a la vez. Pero mis críticas se mueven más por el lado de la durabilidad, que no la tengo muy seguro, por mucho que se habrán realizado todas las pruebas pertinentes. Por cierto ¿por qué las marquesinas de los tranvías se han realizado en la República Checa y no en España, por poner un ejemplo, ahora que tenemos tanto desempleo?