El espacio recuperado a Ranillas para la Expo 2008 en Zaragoza ya empieza a tener color, nuevo color, aunque todavía no vida. Es un espacio inmenso con unas grandes posibilidades, pero no estamos siendo rápidos aunque siempre tenemos a mano la excusa de la crisis para hacharle a ella todo lo malo, sea humano o divino.
Han pasado ya casi tres años de la inauguración y seguimos con todo escrupulosamente parado. Muchas palabras, amplias promesas, aseguraciones que esperamos todos sean diferentes aquellas de que ya estaba vendido el 60% de la Expo antes de cerrarla, bla, bla, bla.
No hay dinero, lo sabemos, pero tampoco ideas ni ganas de gestionar. No entiendo yo por qué se cerró la Expo deprisa y corriendo, asegurando que eran normas de imposible salto, y se vaciaron de contenidos incluso pabellones que seguirían siendo visitados ahora, por el turismo que nos visita. Me refiero al pabellón de Aragón por poner un ejemplo sencillo. No es explicable que no se haya sabido mantener YA una actividad fija en dicho pabellón, al menos para que el polvo no inunde los ventanales. Iba para Consejería de Educación, pero se construyó sin pensar en ello y no sirve como muy bien dijeron los técnicos nada más visitarlo tras el cierre. Y las ideas se acabaron y se nos nublo la vista. Pero en cambio somos capaces de volver a presentarnos a la reelección, con la cara de quien se olvida de lo que le interesa olvidarse, ¡snif!
En la imagen se ve al paseo abierto de la Expo, eso si, vacío del todo. Al fondo el Pabellón de Aragón de la Expo 2008.