Es obvio negar lo que la factoría Opel ha supuesto para Aragón desde su llegada allá a principios de los años 80. Su arribada en años de crisis, compensaría con creces la desaparición de muchas de las empresas del sector metalúrgico. Yo fui uno de esos miles de trabajadores que fuimos formados en un principio, para más tarde participar en el arranque del primer modelo Corsa, en 1982.
Como trabajador a la hora de negociar el convenio he visto de todo en los 25 años de empleado. En este tiempo han pasado diferentes presidentes, la mayoría intentado reducir al máximo los derechos de los trabajadores, a pesar de demostrar una excelente capacidad de trabajo y profesionalidad. Opel fue pionera en establecer los tres turnos de producción. Se convirtió en la más rentable y productiva del grupo filial de GM y supuso para Aragón un motor de desarrollo sin precedentes, a pesar de los agoreros del principio, que los hubo, que decían todo lo contrario.
La patronal siempre ha presionado e intimidado, además de a los trabajadores, a los diferentes Gobiernos de Aragón para pedir apoyo económico, favor que siempre tuvo. Pero ahora que la fábrica aragonesa ya no rinde cuentas a Detroit, la multinacional francesa PSA no se ha andado por las ramas y ha lanzado su órdago diciendo que o los trabajadores firman las condiciones leoninas que exigen o ya no van a fabricar el Corsa ni se optarán a nuevos modelos.
Esto es un chantaje con todas las letras. Que alguien recuerde a PSA que ha comprado la fábrica más rentable de Opel, que da beneficios y que tienen contrastados sus indicadores de competitividad.
La multinacional francesa tiene que saber también que el corazón de una fábrica es su plantilla y esta ha demostrado su nivel de implicación, su responsabilidad y sobre todo su gran orgullo de fabricar los mejores coches del mercado.
Todo hecho en Aragón.
Así que no echen la culpa de las pérdidas de la anterior empresa a los trabajadores y trabajadoras que han sido y siguen siendo ejemplo de responsabilidad e implicación con la empresa.
¡Ellos y ellas también son empresa porque saben lo que se juegan!
Por eso resulta muy injusto que quieran rebajar sus derechos para equipararlos a los de la plantilla viguesa, cuando no son los mismos trabajadores, productos ni beneficios. PSA ha comprado un tesoro en Aragón. No lo destrocen.
Daniel Gallardo Marin