La puerta del Carmen se diseñó en el año 1782 con la idea de llamarla Puerta Baltax. Iba a ser simplemente una de las ocho entradas a Zaragoza que servirían
como puerta de entrada a la ciudad y también como lugar de aduanas para cobrar
impuestos.
El maestro de obras Agustín Gracián la diseñó en 1782, quien
llevó a cabo el proyecto fue el maestro zaragozano Agustín Sanz a partir del año
1789, quedando inaugurada en el año 1792. La labor de cantería corrió a cargo
de Cristóbal Inchausti y Miguel Barastain.
La estructura de piedra almohadillada imita a los arcos de
triunfo romanos, dispone de un cuerpo central y dos cuerpos laterales más bajos
de altura con una sobria decoración de bolas de las que todavía persisten dos.
Es una pequeña simulación a las grandes puertas triunfales que se fueron
construyendo en las grandes ciudades como París o Madrid.
Es la única que queda en pie de la época y famosa por la
destrucción y resistencia que sufrió durante los Sitios de Zaragoza durante la
guerra de la Independencia.
Durante la Primera Guerra Carlista, el ejercito de
Cabañero asaltó Zaragoza por esa puerta y en el año 1838 fue la puerta elegida
para entrar el ejército de la ciudad tras la Primera Guerra Carlista.
El nombre de Puerta del Carmen le viene por estar dedicada a
una heroína del barrio de San Pablo en donde estuvo defendiendo la ciudad. En
el Primer Sitio de Zaragoza la Puerta del Carmen cambió de manos entre los
zaragozanos y los franceses en tres ocasiones, como ejemplo de la ferocidad de
la defensa de este punto estratégico. En el Segundo Sitio las batallas más
cruentas y principales tuvieron lugar desde otros puntos de la ciudad.
Enfrente a esta zona de Zaragoza, entre la zona del Portilla
y el Paseo Teruel actual, se encontraba
en aquellos años la gran explanada que servían como eras para trillar los
cereales de la ciudad. En estos espacios planos es donde tuvo lugar la famosa y
cruenta Batalla de las Eras. Los centenares de soldados franceses muertos
fueron enterrados en aquellos campos que eran antes eras, y por ello pasó a
llamarse todo ese terreno Campo Sepulcro, nombre que todavía se mantiene en el
recuerdo de la ciudad.
La imagen de la entrada es del año 1874 y se pueden ver mejor que en la actualidad las numerosas heridas en la piedra, producto de las batallas. En estos momentos las restauraciones han tenido que arreglar algunas de ellas para darle más seguridad.