El barrio del Rabal (Arrabal) de Zaragoza ha abierto una posibilidad cada vez más lógica para poder realizar actividades por parte de todo tipo de asociaciones vecinales. Es duro asumirlo, pero con calma tendremos que ir pensando en alternativas a situaciones que creíamos ya conseguidas para siempre y que la actual crisis nos obliga a repensar.
La Asociación de Vecinos Tío Jorge Arrabal ha solicitado a cada vivienda de su barrio, dos euros para poder celebrar con las mismas programaciones que otros años, sus Fiestas que celebran en mayo. En Zaragoza no se ha dado esta necesidad, algo que si sucede en otras ciudades y sin duda en casi todos los pueblos de España. Estos dos euros por vivienda de su barrio supone recaudar en el mayor de los casos unos 15.000 euros, aunque se necesitan unos 20.000 euros para cuadrar presupuestos.
En las fechas navideñas, en el mismo barrio y Centro Cívico se realizó un Festival de Navidad gratuito que tuvo problemas por saturación de las persoans que intentaban acudir a verlo y que para celebrarlo hubo que acudir desde organismos públicos a ayudas económicas de empresas privadas del barrio. Semanas después se realizó una actuación de primer nivel en el mismo Centro Cívico de gran calidad y conocidos artistas al módico precio de 5 euros. Solo se llenó poco más de la mitad del aforo. Hemos convencido a una parte de la sociedad de que lo gratuito es lo que merece la pena y que lo que tiene un precio módico no vale para casi nada. Pero las mismas personas que deciden acudir a lo gratuito y no ayudar o acudir a lo subvencionado por precio bajo, se gastan en sus vicios personales lo que les viene en gana, siempre y cuando no sea cultura, no sean espectáculos. Hay que revisar nuestra relación con la cultura y la educación, y hacer mucha más pedagogía como sociedad para poner en valor lo importante.
Por cierto, cuando no hay dinero para fotocopias en los organismos públicos, resulta “poco gratificante” pedirles dinero para gastarlos en fuegos artificiales, fiestas excesivas, gratuidad total en la juerga. Que cada uno se lo piense muy detenidamente.