Dicen los comerciantes del Mercado Central de Zaragoza, que cada día se vende menos, que las ventas han bajado hasta un 40% y que en estos días y por efecto de las obras del tranvía en su exterior, han tenido que cerrar casi 20 puestos de venta.
Creo sinceramente que se equivocan los comerciantes del Mercado Central con sus críticas mal dirigidas. Hoy mismo —una vez más—he estado en el Mercado Central, las ventas dependen mucho de los puestos y en algunos hay filas que no podrían crecer en un 40% más. Otros efectivamente están medio vacíos, pero por motivos ajenos totalmente a las obras.
Hoy no tiene sentido ya un Mercado Central como el de Zaragoza, o dicho de otra manera, sí que lo tiene pero con una vida muy corta en el tiempo.
Sus precios son: o muy bajos con una calidad baja, o normales dentro de un servicio comercial que lo tiene muy complicado para competir con las grandes superficies.
No hay personalidad propia que diferencie el Mercado Central de otras superficies más “bonitas” e incluso con apariencia de más “control sanitario”. Deben sentarse a estudiar cambios profundos, y ejemplos tienen en Madrid y en Barcelona, tanto en mercados conocidos como en mercados menos famosos, para saber el camino que deben tomar. Es cierto que están el Mercado Central de Zaragoza en una zona de complicada proyección comercial si no se hacen cambios profundos, pero los comerciantes son los primeros que deben decidir qué quieren hacer con su actividad comercial y hacia donde quieren caminar. Futuro hay, pero depende sobre todo de apostar por la modernidad y el cambio.