2.1.25

Billete de 1 peseta de Caspe


En tiempos de guerra, sobre todo si son guerras civiles o de cambios de contendientes en un espacio geográfico, el dinero no vale nada. No ya por la inflación o deflación, sino porque uno de los bandos no reconoce el dinero que existía antes. Los Bancos Centrales cambian de bando y dejan de reconocer las monedas según en dónde estén, para evitar impresiones masivas.

El dinero privado en bancos puede salvarse a veces, pero el dinero público y el dinero ya impreso, es mucho más complejo de que mantenga su valor, y en el Guerra Civil de España tuvieron que surgir billetes de pequeño valor para las transacciones comerciales más básicas. 

Muchos de estos billetes no eran reconocidos mas que en su propia localidad de emisión, eran billetes municipales, pero servían para ir a lo comercios de la zona, pues los billetes anteriores no eran reconocidos como valor.

Este billete es de una peseta de la localidad de Caspe. Y ya advertía que era de curso obligatorio en el término municipal de la ciudad. 

1.1.25

Agua medicinal Fita Santa Fe de Zaragoza


Son fechas de celebraciones pero también de excesos gastronómicos. En Zaragoza ciudad tuvimos un manantial de aguas que se embotellaban y eran conocidas en casi todo el mundo. El manantial seguirá, creo que incluso sigue un pequeño edificio en donde se lograba sacar esas aguas, pero ya no se comercializan.

Eran las famosas Agua Mineral y Purgante Fita Santa Fe que se sacaban de la localidad de Santa Fe en Zaragoza, de un manantial que está a dos kilómetros del cauce del río Huerva.

Contenía esa agua cuando fue analizada un total de 19,44 gramos de sulfato de magnesio, 43,7 gramos de sulfato sódico, un gramo de cloruro de calcio y otro de cloruro de socio por cada litro de agua, y restos de otros minerales. Había sido analizada por institutos de higiene según constaba en la etiqueta, en Francia en el año 1889 en la ciudad de Montpellier y en Zaragoza en 1939.

Había que tomar un vaso y esperar, era más un agua medicinal que un agua de mesa. Ayudaba a limpiar según se decía al hígado y al riñón, y ayudaba al reumatismo, al estreñimiento, a la obesidad, a la piel y al estómago, y sobre todo a las hemorroides. 

Hoy hay indicios de que algunas de estas indicaciones no son del todo correctas, pero otras en cambio y por su composición, sí ayudarían en caso de problemas, sobre todo en su capacidad purgante. 

Dicen que un vecino de la zona llamado Bernardo Fita buscaba agua con la que poder abrevar el ganado en una finca de su padre, Francisco Fita, allá por el año 1887, cuando descubrió un manantial nuevo, el ganado rechazaba el agua por su fuerte sabor salado, pero descubrió que tenía efectos laxantes y la envió a analizar al laboratorio francés para averiguar su composición y ver si ofrecía otros beneficios.

En el año 1940 y tras ser analizada en Zaragoza para garantizar que no era problemática tomarla, se empezó a comercializar como Agua Fita Santa Fé desde su nave embotelladora en la calle de Madre Sacramento, 28, de Zaragoza donde se filtraba para venderla en farmacias por todo el mundo, sobre todo por Brasil, Venezuela, Argentina, Chile, México y Cuba así como en la India y en Filipinas.

El éxito del Agua mineral —totalmente natural pues recoge sus sedimentos de las rocas de la zona por donde transcurre, y agua al menos purgante Fita Santa Fe— fue muy rápido, y en 1941 recibió el primer premio en el Congreso Nacional de Medicina de Madrid.

El agua todavía ahora mana de un pozo de unos 13 metros de profundidad y a una temperatura de unos 15 grados centígrados. El pozo pertenece actualmente a los descendientes de Bernardo Fita y sigue siendo un agua medicinal según los últimos estudios de la Universidad de Zaragoza. 

Pero incluso en este siglo XXI y tras algunos intentos tímidos de rescatar ese manantial para diversos usos, sigue sin ser utilizada, aunque se dice que sería posible sacar unos 3.000 litros de agua por semana de este manantial.