Los taxistas
zaragozanos han ofrecido al Ayuntamiento un tipo de colaboración que cuando
menos suena a curiosa. Bien estudiada
por ellos, parte de una premisa errónea. La de que el Ayuntamiento no sabe
resolver el problema del transporte urbano si así quiere hacerlo. Otra cosa es
que no quiera.
Ofrecerse a
cubrir con taxis las líneas de autobuses urbanos que son deficitarias, cobrando al cliente un euro al trayecto, es una
idea novedosa, pero parte de un falso paso. Si los autobuses pudieran cobrar un
euro por trayecto, también serían rentables. Pero no pueden, pues tampoco
pueden muchos viajeros pagarlo y de poner ese precio tendríamos muchos menos
viajeros, lo que haría que cada trayecto saliera a dos euros; y así un no parar
en una rueda complicada en periodos de crisis.
Efectivamente
algunas líneas son MUY deficitarias. Por cierto el alcalde quiere ahora meter
la de los barquitos, para apañarla. Pero la solución no pasa por poner taxis
por mucho que el gremio del taxi está jorobado pues la crisis de las personas y
las empresas les afecta y mucho.
Restar líneas
de autobuses es una peligroso decisión. ¿Dejamos Arcosur sin autobuses? ¿quitamos
los búho bus?, ¿los de los barrios rurales? ¿acortamos trayectos que llegan hasta
zonas con pocos habitantes potenciales?
La bicicleta,
un gran servicio nuevo en Zaragoza ha restado clientes al bus. El tranvía
también y no en la misma proporción que los kilómetros suprimidos del autobús.
La contrata en un bodrio que hay que revolver y deconstruir para que sea
lógica. Y todo esto, sin olvidar que tal vez municipalizar —si hay bemoles—
debería ser la gran apuesta de una ciudad del tamaño de Zaragoza. Pero entregar
el servicio a los taxistas no, por favor. Que me entra escozor.