Ricardo Magdalena Tabuenca, del que se cumple este año el centenario de su muerte, recibió ayer un homenaje por la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis y el Ayuntamiento de Zaragozaen el centenario de su muerte. Está considerado como uno de los mejores arquitectos de la Zaragoza del siglo XIX y principios del XX; nació en Zaragoza en 1849, falleciendo el 28 de marzo de 1910. Becado por el Ayuntamiento de Zaragoza para realizar sus estudios secundarios y la carrera de arquitectura, se licenció por la Escuela de Arquitectura de Madrid en 1873. Fue arquitecto municipal de Zaragoza desde 1876.
De gustos historicistas, era considerado uno de los mejores arquitectos españoles de la época y enlazó con las teorías del francés Viollet-le-Duc, aunque al final del siglo XIX, se acercó al estilo modernista, influido por la obra del catalán Lluis Doménec i Muntaner. Influyó decisivamente en la planificación del crecimiento urbano de la Zaragoza moderna que por aquellos años crecía con nuevos barrios, como supervisor y colaborador del Anteproyecto de Ensanche de 1906 estableciendo las pautas de la urbanización de la Huerta de Santa Engracia antes y después de la Exposición de 1908. Entre sus obras pueden destacarse, el Paraninfo Universitario (1886), el hoy Centro Cívico Salvador Allende (Sede de la Exposición Aragonesa de 1885, y posteriormente Matadero Municipal de Zaragoza de 1885 a 1970 que lo construyó con menos de 40 años de edad); la reforma del Teatro Principal de Zaragoza (1891), la segunda torre del templo de El Pilar (1903, en colaboración con José de Yarza Echenique), el Puente de América sobre el Canal Imperial de Aragón (1904) y el Museo de Zaragoza (1909), ésta última con Julio Bravo Folch.
Ricardo Magdalena está considerado como uno de los máximos exponentes del historicismo y eclecticismo arquitectónico en España. Ejerció en Zaragoza, si bien trabajó en otras ciudades españolas, como Tarragona, Cádiz, Madrid, Vitoria o San Sebastián entre otras. A su muerte, fue agasajado por el Ayuntamiento de Zaragoza en su entierro con grandes honores y una multitud de zaragozanos acompañó al féretro, al ser considera una figura de la Zaragoza moderna de entonces.