La imagen que todos los viajeros se llevan de Zaragoza es la del Pilar y el Puente de Piedra que en su trasera cruza el río Ebro entre el centro de la ciudad y el barrio del Rabal.
No siempre ha sido tal y como la podemos ver en la actualidad, pues la Basílica del Pilar nació y se mantuvo muchos años sin las 4 torres más altas que hoy le dan presonalidad. Tampoco el Puente de Piedra era como se puede ver ahora, pues disponía de unas viviendas que sirvieron para los guardias que ejercían de cobradores de impuestos cuandos los puentes de entrada a las grandes ciudades eran casi frontera para cobrar impuestos municipales por las mercancías que entraban o salían.
Una estampa de Zaragoza, que nos resulta curiosa a la vez que enternecedora de unos tiempos viejos.