Sería la imagen más típica de una Zaragoza poco trabajada turísticamente, pues necesita además de buenos paisajes, complementos culturales o de entretenimiento para que los visitantes saboreen la ciudad.
Por cierto, si de sabores tenemos que hablar, hay que recordar que Zaragoza es una ciudad gastronómicamente de una alta calidad y servicio, que ofrece muchas alternativas para todos los bolsillos y sabores.