Lo que en el
año 1994 era una idea bocetada por CHA —volver a tener tranvía en Zaragoza—,
por fin hoy, casi 20 años después hemos completado la primera línea de esta
segunda vez que en Zaragoza se crea el servicio de tranvía como un sistema
puntual, barato de costes, sin contaminación, cómodo y útil con algunas
pequeñas dificultades. Aquella, era una buena idea, lo dicen los resultados.
Pero el éxito
no debe matar la idea y lo que ya es una realidad que supera a los estudios de
uso, debe adaptarse a estos usos, con mejores frecuencias, con el inicio de la
segunda línea, sabiendo complementar ambos sistemas, autobús y tranvía, como se
complementaban los tranvías y los trolebuses antes de que los autobuses
suprimieran ambos sistemas de transporte urbano en Zaragoza.
El éxito
viene marcado por dos realidades claras. Una: el gran uso que se hace del
tranvía, superior a los estimado en los análisis más positivos. Dos: hoy todos
los barrios de Zaragoza desearían tener sobre sus mesas un proyecto de línea de
tranvía que recorriera sus calles.
El metro es
imposible en Zaragoza, al menos por sus zonas hist
óricas
y centrales. El Ebro además complica el desarrollo del Metro como elemento
vertebrador y que sepa unir orillas. El tranvía era la única opción posible y
soportable. Eso si, complementado con una Red de Cercanías que no se está
potenciando, tal vez por la realidad económica actual, tal vez por los pocos
deseos en dar su brazo en torcer a los que deben tomar decisiones.
Tres líneas de
tranvía y otros tres ramales de Cercanías, si se diseñan bien, pueden dar un
servicio totalmente distinto y más eficaz a Zaragoza, complementándose con
autobuses circulares, otros de pequeño recorrido tipo lanzaderas y con líneas bien
diseñadas para dar servicios a donde no sea capaz de llegar el tranvía, de
momento.