En política
no siempre lo aprobado se toma en consideración para inentendible pensamiento
de la gente de la calle, que se asombra de las diversas clases de trampas. Esta
semana pasada una moción del PP en el Ayuntamiento de Zaragoza y apoyada por
CHA e IU, aprobaba que en este año 2012 no se subiera el precio del trasporte
urbano y para el 2013 se subiera con arreglo al IPC. Una medida complicada de
llevar a efecto y que además enseguida fue respondida contundentemente por el
alcalde en minoría, asegurando que no iba a hacer ni obediente caso.
Lo cierto es
que todos los que votaron, tantos los del SI como los del NO, saben
perfectamente en qué situación está el déficit del transporte público en
Zaragoza y que no se puede resolver solo con conciertos mejor firmados (el
actual da asco) ni con apaños de malabaristas. Inevitablemente se necesita
subir el precio, nos guste o no nos guste. Esos cuarenta millones de euros en déficit que todos los años nos cuestan los autobuses urbanos son inasumibles en periodos de bajos ingesos.
Es eso u otra
cosa peor, que el servicio baje mucho de calidad o que se siga pagando con los
impuestos y tasas municipales que se deberían subir y mucho. Por eso frenar
subidas en el precio del billete del autobús y tranvía es cosa para la galería,
cuando todos decimos en los últimos meses que a las personas, que a la sociedad
hay que serle clara e informarle de la verdad. Hay que ser responsables y saber
que en política a veces se sube y otras se baja, a veces se pierde diciendo la
verdad pero siempre es mejor eso que ganar diciendo las mentiras.
El Alcalde
tiene varias maneras de subir el billete o de cuadrar las cuentas. Subiendo el
precio sin hacer caso a lo que se ha votado por los derechos legales que como
Alcalde de una gran ciudad le confiere la ley. Bajando el servicio, algo que ya
está probando con excesivo celo este verano con recortes que en algunas líneas
de gran uso llegan al 45% menos de autobuses al día. Suprimiendo el trasbordo
gratuito o cobrando una parte por el mismo. Rebajando algunas ayudas en los
precios de los abonos. Provocando una concesión a un precio irrisorio que nos
llevaría a un servicio que anda tendría que ver con el actual.
Cuando un
político está acabando sus tiempos de activo, es capaz de hacer las mayores
grandes obras o los errores más bobos. Si además le ayudan los que le rodean o los
que le opositan desde el olvido de sus capacidades reales de seguir demostrando
quien manda aquí, lo podemos tener crudo. La votación correcta hubiera sido: “depende”,
“habrá que analizarlo”, “no, pero ya veremos”, o la más contundente de: “no y
si lo haces prepárate que te vas a enterar, chato”. Pero votar que no sabiendo
que será que si, más que anda por ser inevitable, es un mal paso en aras de la
claridad y la información real a los vecinos.