Leía el otro
día una información malintencionada de que en España había más de 400.000
políticos a los que había que soportar, cifra magnífica, magnificada y falsa a
todos los niveles. Yo debería estar incluido en esta suma y quiero dar claridad
a los asuntos que hoy están en boca de muchos por efecto de una malintencionada tendencia a odiar la política.
Soy Vocal
político en un Distrito de Zaragoza con casi 100.000 vecinos. Voy a hablar de
lo que conozco. En los 15 Distritos de Zaragoza hay en total 150 Vocales.
Ninguno de ellos, de ningún partido, cobra NADA por su trabajo de representación
política.
Pero ahora
veamos cual es el trabajo.
En mi caso
hay un mínimo de 6 reuniones mensuales fijas que se suelen convertir en unas 8/10
de promedio. Además debo visitar diversas situaciones en el Distrito, mandar
unos 20/30 email al mes, recibir unos 25 email al mes sobre estos asuntos y
tener unas 10/15 llamadas telefónicas al mes. Como es ¿lógico? todas las llamadas
telefónicas las pago yo a medias con mi señora, internet lo sufrago en las
mismas condiciones así como todos los billetes del autobús que empleo cada mes
para acudir a las reuniones o a las visitas o actos del Distrito (muy amplio en
tamaño, por cierto).
Lo hago por
que me da la gana; bueno no, por que me gusta y me gratifica. Intento hacerlo
bien, no se me ocurre convertir la actividad en algo que no sea intentar
resolver problemas del Distrito, si se puede primando a las personas por encima
de todo lo demás. Es decir, algo igual a lo que hacen la inmensa mayoría de mis
colegas Vocales de los diferentes Distritos de Zaragoza, sean del partido que
sean.
Estoy seguro
que hay políticos jetas, ilegales, tramposos, enfermos de poder, incapaces,
apegados a su sillón. Pero por favor, ni son la mayoría aunque tengan mucho
poder ni es justo que a todos los políticos municipales, de miles de pueblos de
España o de barrios de grandes ciudades se nos coloque en el mismo paquete. Yo
nunca quiero estar junto a esta basura política, sean del partido que sean. Me
da igual la siglas, solo confío en las personas hasta que yo mismo me equivoco
y tengo que rectificar. Es ley humana.