Las palabras de la familia de Pablo Serrano sobre las obras donadas al Gobierno de Aragón y que hoy publica Heraldo de ARagón, son duras y merecen una investigación. ¿Tan complicado es hacer en Zaragoza bien las grandes obras, los grandes proyectos como el Teatro Fleta o el Museo Pablo Serrano o el Espacio Goya?
«Estamos muy dolidas por el trato que hemos recibido por parte de la DGA, y hemos decidido no prestar nuestro apoyo a la exposición de Pablo Serrano que va a reinaugurar el museo».
Cuando faltan tres semanas justas para que el centro reabra sus puertas tras la ampliación (ha triplicado su superficie en unas obras que han costado 28,5 millones), espesos nubarrones se ciernen sobre su presente y futuro inmediato. La familia del escultor, según constató HERALDO ayer, ha dado la espalda al proyecto, una de las estrellas del Departamento de Educación y Cultura. Y lo ha comunicado oficialmente.
El Partido Popular había anunciado ayer que quiere que se realice una auditoría externa sobre las obras, y su portavoz de Cultura en las Cortes, Miguel Navarro, ofreció una información preocupante: «Tenemos indicios de que faltan piezas que fueron donadas en su día». Incluso las cifró: «pueden ser ocho».
¿Faltan obras donadas? Al habla con Susana Spadoni, nuera del escultor y directora honorífica del centro, así lo confirmaba ayer a HERALDO: «Faltan. No sé por qué han dicho que son ocho, pueden ser más, y lo sabe mucha gente. Hablo solo de esculturas; de los dibujos y grabados no digo nada porque el inventario estaba mal hecho. Pero a finales de 2005 y principios de 2006 estuve visitando el museo dos y tres veces por semana y revisé todas las fichas con los funcionarios. Ellos ya habían descubierto faltas y yo les encontré otras más. Que no digan ahora que las obras que no aparecen nunca salieron de Madrid o se perdieron por el camino, porque yo puedo demostrar que eso no es así. En el 94, cuando se inauguró el museo, estaba todo allí. La documentación es extensa y las actas notariales muy precisas. Y como la DGA se niega a reconocer que le faltan obras, yo no he firmado el inventario». «El Gobierno de Aragón no ha respetado ni el espíritu ni la letra del convenio que rige el legado -se dice en la carta-. Pero nosotras estamos dispuestas a colaborar en el futuro, siempre desde el respeto mutuo».
La familia no ha percibido nunca retribución alguna por su participación en publicaciones, catálogos o reuniones. Pero, según señala Spadoni, «el convenio se suscribió para impedir que Valeria pudiera plantear una reclamación al Gobierno de Aragón: y es que la donación había sido imperfecta, porque se realizó siendo menor sin la preceptiva autorización judicial. El convenio vino a solucionar el problema y fijaba que su nieta y heredera universal conserva el derecho moral de autor sobre las obras, y fijaba una serie de requisitos y condiciones. Como la DGA ha incumplido el convenio en todos sus puntos, nos estamos preguntando si ha quedado sin efecto la donación». Spadoni lamentaba ayer que «en estos momentos no tengamos relación alguna con el Departamento de Cultura, debido al maltrato recibido y a la ignorancia que hacen de nosotras».