Según la altura de las comarcas, la temporada de floración en Aragón comienza a mitad de febrero y con la flor de la almendrera largueta temprana.
Dependerá del calor de enero que se adelante pero las heladas de este año la han traído a su debido tiempo. Comienza por altitud, de menor a menor. Así la de las almendreras del Bajo Aragón alcañizano rompen una semana o dos antes que la espectacular floración del entorno de Alquézar o la del Reino de los Mallos. Las almendreras de límite de altura de La Fueva, Canal de Berdún o valles altos de Calatayud no florecen hasta entrado marzo.
Por eso se puede disfrutar del espectáculo de las colinas con manto blanco o ligeramente sonrosado durante todo un mes. Como sucede en Japón pero allí se anuncia por los medios de comunicación la floración plena.
Entre las floraciones más tardías se encuentra la de otro varietal aragonés de almendra, la bella “Moncayo”.
Combinando destinos españoles, los brotes florales en Gran Canaria y a baja altura en las Alpujarras se dan desde principios de febrero.
En territorio Aragón, la rosa del melocotonero iría a continuación y sucede a la de la almendrera: si en el interior murciano la misma se produce desde mitad de febrero, en las cuencas bajas de los ríos aragoneses sus diferentes variedades van tiñendo de dicho color rebajado los fondos de valle o fincas regadas con balsas por impulsión desde finales de febrero. Es el cultivo que tiene un ciclo más amplio y delicado temporal, en el caso del célebre de Calanda tardano, entre floración y recogida.
La muy arracimada de la albaricoquera de un rosa palo aún más pálido comparte tiempo y da lugar a estas fruticas de junio que son mis favoritas, cuyo aroma y sabor de hueso impregnan en mi opinión los de los vinos macabeo o pajarilla más finos de Cariñena. Hay variedades que presentan una flor de pétalo encarnado y consistente y coloración blanco rota.
Por su relación con el secano fragatino y presencia en tantos huertos, árbol de la vida por saciar hambrunas, hay que detenerse en la floración de la higuera, símbolo de la fecundidad y la sombra. Especie vegetal equivalente a la importancia alimentaria del cordero. De higos a brevas, la acepción ya denota que hay dos cosechas de falsos frutos, dado que lo que parece uno no lo es sino un conjunto de ellos. Una antigualla vegetal de sabor único, pariente de los cardos y casi el gingko bilova, un fruto pre sapiens.
La última y más célebre por delicada floración es la del cerezo. Desde finales de febrero a cotas de 200 metros se puede disfrutar en los escasos campos de Montañana o de Garrapinillos que no quedan dedicados a borraja o alfalfa. A partir de allí, la de Ricla, Bolea y Monzón en Huesca y valle del río Grío se produce entre mediados y finales de marzo y los cerezos de límite de altura de la Comunidad de Calatayud pueden estar florecidos hasta principios de abril.
Como sucede con las delicadas manzaneras y otras frutas de altura del incomparable valle del Manubles donde Moros.
20.02 Luis Iribarren