Siempre que podemos, una vez al año, vamos hasta ella desde Anzánigo para ver (como poco) su cruz de la parte final de su exterior. Es como reencontrarnos con “lo dejado”, con esa sensación de que algo se mantienen allí, sin moverse, aunque nosotros nos hayamos movido y mucho durante todo un año. Nosotros vamos cambiando, ella no.
Realmente somos muy poca cosa ante la inmensidad de lo que nos rodea. Somos efímeros, estamos un pequeño periodo de tiempo, mal aprovechado casi siempre, y nuestra capacidad de ver y más la de estar, resulta muy mermada. De momento solo podemos estar en un sitio a la vez.
Vino a rescatarnos la fotografía hace unas décadas, para poder recordar e incluso a veces revivir tiempos ya pasados. Volvemos a reencontrarnos con otros tiempos y eso es casi milagroso. Nuestros recuerdos saben volver explicarnos los motivos de aquellas posiciones, de ese punto de vista. Siempre algo es por algo.
Realmente somos muy poca cosa ante la inmensidad de lo que nos rodea. Somos efímeros, estamos un pequeño periodo de tiempo, mal aprovechado casi siempre, y nuestra capacidad de ver y más la de estar, resulta muy mermada. De momento solo podemos estar en un sitio a la vez.
Vino a rescatarnos la fotografía hace unas décadas, para poder recordar e incluso a veces revivir tiempos ya pasados. Volvemos a reencontrarnos con otros tiempos y eso es casi milagroso. Nuestros recuerdos saben volver explicarnos los motivos de aquellas posiciones, de ese punto de vista. Siempre algo es por algo.