Del libro “Los guerrilleros de 1808. Historia popular de la Guerra de Independencia” de Rodríguez Solís y escrito a finales del siglo XIX, os dejo una líneas que se refieren al inicio de la guerra en Zaragoza, de los primeros compases de la defensa y de la creación del proceso militar de defensa.
Personalmente creo que todos se equivocaron con España, aunque sin duda hay que entender aquellos momentos, a aquellos zaragozanos que no pudieron valorar por falta de información real, qué le interesaba más a la España de aquellos años.
Pero eso es otra historia, casi nunca escrita.
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Al mismo tiempo que se sublevaba Oviedo, en Zaragoza los habitantes que ya habían demostrado el odio hacia Godoy arrastrando por las calles su retrato el dia de su caída por no poder arrastrar su persona, desde el día 2 de mayo de 1808 con los sucesos sangrientos de Madrid era una situación de ánimo, imposible de pintar, en una Zaragoza que había aumentado su agitación popular tras la llegada del brigadier don José Palafox y Melci, hijo segundo de los Marqueses de Lazán, una de las familias más ilustres de Aragón, venido de Bayona con instrucciones de Fernando para la Junta que debía reunirse en Zaragoza.
Palafox de acuerdo con su célebre patriota Jorge Ibort (conocido vulgarmente como Tío Jorge) junto de don Valero Borja quien cumpliendo con su palabra no había dejado de trabajar p0or la revolución desde su llegada a Zaragoza, y de los jefes de Fusileros de la provincia: don Antonio y don Jerónimo Torres, el capitán de Artillería don Ignacio López, de su antiguo maestro el padre Boggiero y del famoso Calvo de Rozas, preparando el alzamiento desde su retiro de la Torre de la Alfranca, no lejos de Zaragoza.
Los grupos de vecinos zaragozanos que diariamente se formaban en el Coso y se reunían en la Casa de Correos, al llegar el día 24 de mayo en la Gaceta con las renuncias de Bayona, prorrumpiendo en gritos de indignación y se dirigieron al palacio del Capitán General don Jorge Juan Guillelmi, pidiendo armas.
Guillelme, que además de irresoluto era de procedencia extranjera, quiso negarse, pero el pueblo con carácter amenazante obligó al general quien entregó los fusiles que estaban en la aljafería y puso al mando a su segundo el general don Carlos Mori.
Este general quiso ganarse los favores del pueblo accediendo al nombramiento de una Junta, pero don Valerio Borja ayudado por el tío Jorge resueltos ambos a que esta Junta tuviera un jefe aragonés y que este fuera el ínclito Palafox, acudieron a buscarlo a La Alfranca y Mori tuvo que ceder el mando.
Palafox era muy joven, no superaba los 28 años de edad, alto, gallardo, de maneras airosas, valeroso, activo, culto e ilustrado y que ejercía sobre sus gentes con las que lo habían tratado una fascinación irresistible.
El primer acto de Palafox fue convocar las Cortes de Aragón según el antiguo fuero para el día 9 de junio de 1808 y entretanto decretó el alistamiento general, organizó cinco Tercios, a cuyo frente y mando puso a los oficiales ya retirados que había en esos momentos en Zaragoza.
La guarnición militar en aquellos momentos en Zaragoza era muy escasa, pues sólo existía una compañía de fusileros de la provincia (cinco oficiales, 11 sargentos, 21 cabos y 168 soldados), 60 artilleros, un escuadrón de Dragones del Rey y 29 oficiales retirados. Tan sólo el material de guerra era suficiente pues en los almacenes había 22.000 fusiles y 75 piezas de artillería, la mayor parte de cuatro y de ocho.
En el manifiesto que publicó Palafox el día 31 de mayo, hacía responsable de la situación a Napoleón y a su familia, a sus oficiales y soldados, de la seguridad de Fernando y la Real Familia, así como de los atropellos que cometieron sus tropas, y aludiendo a la antigua forma de elegir a sus Reyes, Aragón fijó el derecho del Archiduque Carlos de Austria (al igual de Castaños en Andalucía) de ocupar el Trono Real en España, como nieto de Carlos III, y el del Príncipe de Sicilia en caso de un atentado contra la Familia Real.
Se realizó la reunión de las Cortes de Aragón, como si de la última vez no hubiera transcurrido un siglo, viniendo 33 Diputados en representación de los Cuatro Brazos (nueve por el Eclesiástico, nueve por los Hijosdalgos, siete por la Nobleza.
Ocho por las Ciudades de voto en Cortes), quienes una vez aprobados todos los actos llevados a cabo ante de la reunión y de conceder un amplio voto de confianza a Palafox, se retiraron dejando una Junta de seis para que le auxiliase en su trabajo a Palafox.
Huesca, que arrastrada por el entusiasmo patriótico había dado muerte a su gobernador Clavería al acusarlo de francés, secundó el levantamiento de Zaragoza. Lo propio que Teruel y todas las poblaciones de Aragón.
Palafox, fuerte con el voto de los diputados y con los donativos y ofrecimientos que recibía, desplegó una gran actividad y su valerosa energía, poniendo en Estado de Defensa la ciudad de Jaca y los castillos y pasos de frontera con Francia, armó a los habitantes de los valles y a los montañeses del Pirineo, aumentó las fuerzas militares militares y las dirigió hacia Castilla y Navarra, por donde temían la invasión de los franceses ansiosos de apoderarse de Zaragoza.