Una de las pocas ruinas que nos quedan de la Guerra de la Independencia en Zaragoza y que nunca ha sido reparada aunque de ello haga ya más de doscientos años, es el llamado Monasterio de Santa Fé o de Los Bernardos, adscrito al Distrito de Casablanca y en el término de Santa Fé y Cadrete.
En 1344, con la correspondiente autorización del convento Bonnefont (Casa Madre que estaba en el Alto Garona, en los Pirineos franceses), se se firmó un acuerdo entre el abad de Fonclara y Miguel Pérez Zapata según el cual, éste último se comprometía a levantar un nuevo monasterio en el lugar de Cadrete, si la comunidad de Fonclara se trasladaba allí. En 1346 se conseguía la preceptiva licencia del papa Clemente VI para poder efectuar el traslado.
El traslado de la comunidad de Fontclara a Santa Fe se hizo efectiva en 1346 y estaba motivada por la inestabilidad que sufría el territorio de Albalate y el mal estado en el que se encontraban las dependencias monásticas, no aptas para su actividad. Se ha especulado en la coexistencia de ambos monasterios, Fonclara y Santa Fe, pero, de hecho, la situación se limitaba en mantener las posesiones del primer establecimiento, que se administraban desde Santa Fe.
Los impulsores de esta fundación fueron los señores Miguel Pérez Zapata y su esposa Sancha Garcés, quienes entregaron algunos edificios donde establecerse, además de bienes y rentas para llevar adelante la nueva empresa. El fundador era un importante personaje de la corte real, a raíz de su amistad con Pedro el Ceremonioso y logró una serie de privilegios reales a favor de la nueva casa.
Durante el siglo XVIII se arregló todo el conjunto monástico bajo la dirección de fray Benito Plano, perdiendo su carácter medieval. En 1808 fue ocupado por el ejército francés, saqueado e incendiado en su huída de Zaragoza tras el Primer Sitio y los monjes tuvieron que huir, hasta que en 1814 pudieron regresar. Todo el monasterio está rodeado de una muralla que impresiona por su tamaño.
Luego sufrió una nueva exclaustración durante el Trienio Liberal y, finalmente, la exclaustración definitiva, supresión y venta en el bienio de 1835-36. Hoy es de propiedad particular y la parte que todavía se conserva está en una grave situación de ruina.
La dispersión de las obras de arte y objetos de culto tras las desamortizaciones fue total, y solo los esfuerzos de la asociación han servido para localizar algunos de ellos. El archivo tuvo un patrimonio enorme, del que sabemos aún muy poco porque no se guarda documentación de como se dividió, se robó o destruyó y solo se conservan algunos recuerdos o apuntes y un par de obras en las parroquias de Cuarte y Cadrete.
En la imagen de arriba podemos ver su interior en el año 1913, y podemos decir que excepto algunas reparaciones muy urgentes, ahora está muy similar a como lo vemos en la imagen.