26.11.24

Una tienda de ultramarinos de la vieja Plaza San Miguel

De los primeros años 60 del siglo XX, me llega esta imagen de la Plaza San Miguel con un remolque de los que empleaba Tranvías de Zaragoza para reparar vías o vehículos. Pero me ha llamado mucho más la atención las tiendas que había en la plaza en aquellos años. 

Recuerdo perfectamente la que se ve a la derecha, que pone Vinos y Licores, como una tienda perfectamente montada para hacer películas de época. Era maravillosa y sigue siendo maravillosa en mi recuerdo. La llevaban un matrimonio que convivía con gatos que se paseaban por la tienda y también por encima de los sacos de lentejas o judías secas, actuando los animales como lo que realmente era aquello: “su casa”.

Yo era un niño claro, y me parecía encantador un lugar algo oscuro pero lleno de pequeñas cosas, de cajas y cajoncitos, donde se amontanaban centenares de diferentes productos. Cada estante, cada cajón que se abría era un descubrimiento. Yo pensaba: —¿Qué esconderá cada aparador, cada cajón en esta enorme tienda?

Me parecía enorme y era simplemente grande, pero eran tiempos en los que no había centros comerciales en Zaragoza. Cuando cerraron los dueños, mis padres que eran amigos de la familia me llevaban a explorar la tienda por la noche mientras recogían cosas oscuras y a asustarme con lo que allí se encontraba. En realidad vendían de todo. Ultramarinos, sifones y vino a granel, bacalao o garbanzos. Era una tienda grande para aquellos años y daba la vuelta por la calle La Reconquista, donde tenía más escaparate y espacio interior.