Recuerdo perfectamente la que se ve a la derecha, que pone Vinos y Licores, como una tienda perfectamente montada para hacer películas de época. Era maravillosa y sigue siendo maravillosa en mi recuerdo. La llevaban un matrimonio que convivía con gatos que se paseaban por la tienda y también por encima de los sacos de lentejas o judías secas, actuando los animales como lo que realmente era aquello: “su casa”.
Yo era un niño claro, y me parecía encantador un lugar algo oscuro pero lleno de pequeñas cosas, de cajas y cajoncitos, donde se amontanaban centenares de diferentes productos. Cada estante, cada cajón que se abría era un descubrimiento. Yo pensaba: —¿Qué esconderá cada aparador, cada cajón en esta enorme tienda?
Me parecía enorme y era simplemente grande, pero eran tiempos en los que no había centros comerciales en Zaragoza. Cuando cerraron los dueños, mis padres que eran amigos de la familia me llevaban a explorar la tienda por la noche mientras recogían cosas oscuras y a asustarme con lo que allí se encontraba. En realidad vendían de todo. Ultramarinos, sifones y vino a granel, bacalao o garbanzos. Era una tienda grande para aquellos años y daba la vuelta por la calle La Reconquista, donde tenía más escaparate y espacio interior.
Yo era un niño claro, y me parecía encantador un lugar algo oscuro pero lleno de pequeñas cosas, de cajas y cajoncitos, donde se amontanaban centenares de diferentes productos. Cada estante, cada cajón que se abría era un descubrimiento. Yo pensaba: —¿Qué esconderá cada aparador, cada cajón en esta enorme tienda?
Me parecía enorme y era simplemente grande, pero eran tiempos en los que no había centros comerciales en Zaragoza. Cuando cerraron los dueños, mis padres que eran amigos de la familia me llevaban a explorar la tienda por la noche mientras recogían cosas oscuras y a asustarme con lo que allí se encontraba. En realidad vendían de todo. Ultramarinos, sifones y vino a granel, bacalao o garbanzos. Era una tienda grande para aquellos años y daba la vuelta por la calle La Reconquista, donde tenía más escaparate y espacio interior.