17.6.25

En la plaza Aragón de Zaragoza está la estatua de Fausto de Elhuyar


En la fachada del actual edificio del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza hay cuatro esculturas de grande figuras del pensamiento de finales del siglo XIX, sentados en sillones a modo de personajes que dan entrada el conocimiento, representando lo mejor de nuestra sociedad.

Hay uno en concreto que hoy resulta mucho más complicado de entender, pues no es aragonés, el único de los cuatro que no es aragonés, y no parece de entrada ser un personaje muy conocido.

Hablo de Fausto de Elhuyar que casi nadie de los zaragozanos que pasamos a su lado sabemos quien es o qué representa en ese lugar tan importante en la ciudad. Era un edificio para enseñar la Medicina y las Ciencias Naturales, y de hecho alberga el Museo de Ciencias Naturales de Zaragoza.

Fausto Fermín de Elhuyar fue elegido no tanto por su relación con Zaragoza o Aragón (no era aragonés), sino como representante de la Ciencia experimental y moderna en España, especialmente de la química aplicada a la minería y la metalurgia, en una época en la que el país buscaba modernizar su imagen científica y académica.

Su presencia allí honra su importancia como pionero del estudio de los minerales y metalurgia en España, por ser además junto a su hermano los descubridores del wolframio o tungsteno, el único elemento químico español y que se utiizaba en medicina, y por su papel como fundador del Real Seminario de Minería, donde se formaron ingenieros clave para el desarrollo industrial español.

Corrida de Pascua en la Zaragoza de 1954


Este es un cartel de la Corrida de Pascua en Zaragoza, una corrida del año 1954 con tres toreros entonces de renombre para un festejo al que acudían en aquellos años de bastante necesidad económica, lo más potente económicamente, no solo de nuestra ciudad sino de Aragón y de provincias cercanas.

Aparicio era Julio Aparicio Martínez, padre del actual torero Julio Aparicio "Hijo", el más clásico de aquellos tres toreros. Jumillano era Emilio Ortuño “Jumillano”, un torero salmantino más atrevido que clásico, y Manuel Jiménez Díaz llamado "Chicuelo II" era un torero muy popular, atrevido en sus lances y muy diferente al primero.

16.6.25

Habitantes de la ciudad de Zaragoza, a lo largo de su historia


En la fundación de la colonia ciudad de César Augusta (en el año 14 a.C.) con veteranos legionarios que llegaron a estos espacios en donde ya existían algunas viviendas en las que convivían ciudadanos íberos, la población inicial era modesta y se calcula que en el primer siglo de funcionamiento de la ciudad el número de habitantes se movería entre los 3.000 y a lo sumo las 5.000 personas. 

Hoy, en el año 2025, somos ya la cuarta ciudad española y superamos los 700.000 habitantes desde hace varios años aunque no lo muestren las estadísticas, pues a diferencia de otras ciudades, en la nuestra, en Zaragoza, hay muchos vecinos que prefieren seguir empadronados en sus localidades de origen de pueblos aragoneses.

Con el auge demográfico romano ya asentados en la actual Zaragoza, consolidación como ciudad romana próspera, con la construcción del Foro, termas, teatro, puentes, y hablamos hasta el siglo III ó IV de nuestra era, el número de vecinos de la ciudad se movería entre los 8.000 y 15.000 habitantes. 

Cosa curiosa es que el Teatro romano de Zaragoza que se hizo en el siglo I, cuando la ciudad tendría menos de 10.000 habitantes, tiene una capacidad máxima de 6.000 espectadores. Se hizo pues pensando en esa ampliación rápida de la ciudad de los dos o tres primeros siglos de existencia.

A partir del siglo IV y por inestabilidades económicas y políticas, se cree que descendió la población para moverse entre los 5.000 y los 10.000 habitantes. Un descenso notable que ya solo se superaría con la invasión árabe a partir del 711 cuando según algunos datos aquella Zaragoza tenía menos de 10.000 habitantes y que empezó a crecer lentamente al principio, hasta llegar a unos 15.000 habitantes sobre el siglo X.

A partir de la independencia de Zaragoza del Califato de Córdoba, la ciudad creció de forma importante y a principios del siglo XII es muy posible que nuestra ciudad se moviera entre los 17.000 y los 25.000 habitantes.

Con la Reconquista cristiana volvieron a bajar los ciudadanos que habitaban Zaragoza, y entre expulsiones, guerras y pestes, en algunos momentos de aquellas décadas no se superaban los 15.000 habitantes en la ciudad.

Ya en el siglo XV parece que Zaragoa volvió a resurgir con fuerza desde esos números que estaban en torno a los 15.000 vecinos para crecer en un siglo hasta los más de 20.000. el Censo del año 1548 ya habla de 25.000 vecinos.

En el año 1725 se reflejan sobre unos 30.000 habitantes, para pasar en el año 1787 a unos 43.000 habitantes. La ciudad crecía bajo los Borbones. Ya en el año 1808, antes de Los sitios de Zaragoza, se hablaba de una ciudad de unos 55.000 habitantes, que se quedaron en unos 12.000 tras los dos Sitios de 1808 y 1809.

A finales de ese siglo XIX ya podíamos hablar de unos 60.000 zaragozanos para crecer en pocos años a los 100.000 vecinos con la revolución industrial y el crecimiento urbano y el ferrocarril. En 1960 tenía unos 300.000 habitantes y en 1980 los 600.000 lo que nos da una idea de su rápido crecimiento en el último siglo.


La Peste en Zaragoza, del año 166


Aunque no hay una inscripción directa que lo indique, las excavaciones en el casco antiguo (Foro, puerto fluvial, cloacas) muestran que a finales del siglo II hubo cierta paralización del desarrollo urbano y reorganización de espacios, lo que podría coincidir con los efectos colaterales de la pandemia, la peste que asoló Hispania a partir del año 166 d.C. y que es conocida como la Peste Antonina, también llamada plaga de Galeno, por el médico que la describió y que vemos en la imagen.

Aunque no tenemos documentación detallada, sí se puede afirmar con bastante certeza que afectó también al Valle del Ebro, aunque de manera difícil de cuantificar. Fue una de las primeras grandes pandemias que azotaron el Imperio Romano. 

Se extendió entre el 165 y el 190 d.C., comenzando con las tropas romanas que regresaban de campañas en el Próximo Oriente (especialmente en la guerra contra los partos por Mesopotamia). 

Los síntomas descritos por el médico Galeno eran preocupantes desde el inicio de la enfermedad, como fiebre alta, diarrea, erupciones cutáneas, garganta inflamada, lo que apunta a que probablemente fue una pandemia de viruela o sarampión, para la que no estaba preparada la población.

Aunque no hay registros arqueológicos directos o escritos que confirmen un brote específico en Zaragoza o en el Ebro, la red de comunicación romana (vías, comercio, ejército) hacía inevitable que la peste se propagara a lo largo de todo el Imperio, incluida Hispania, y por ello hay razones para pensar que sí afectó al Valle del Ebro, tanto a Zaragoza (Caesaraugusta) como a otras ciudades del valle estaban muy conectadas por la Vía Augusta, que unía Tarraco con el interior, por el río Ebro como vía natural de transporte y comercio, y por su papel como centro militar y administrativo.

Sí sabemos que en estas zonas hubo unos efectos reales que indican que por el Valle del Ebro sí hubo contagios fuertes de esa llamada Peste. Un descenso de la población, tanto urbana como agrícola, una parálisis del comercio y obras públicas, incluso un posible abandono temporal de villas rurales o núcleos menores.

Pero a su vez sabemos que a Hispania le afectó menos que a otras zonas de aquella Europa, de donde dicen que en la ciudad de Roma morían todos los días más de 2.000 personas.

Sabemos también que en las misma fecha hubo una crisis religiosa por todo el imperio incluida Hispania, pues los romanos interpretaban las pestes como castigos divinos, lo que alimentó cultos nuevos o místicos como castigo a sus Dioses que habían permitido las enfermedades.

Goya y la plaza de toros de Zaragoza


Entender por qué Francisco de Goya decidió crear una serie de grabados sobre la Tauromaquia puede resultar complejo desde la perspectiva del siglo XXI. Hoy en día, muchos ven esta práctica con distancia o rechazo, lo que dificulta tanto su comprensión como su justificación. Pero para valorar adecuadamente esta serie artística de Goya en la que incluyó algunas estampas tomadas en Zaragoza, es fundamental viajar al siglo XVIII y principios del XIX, el contexto en el que vivió el artista aragonés.

Goya, los grabados y la necesidad de vender arte

Goya necesitaba vender su obra para vivir. Como cualquier artista de su tiempo, debía adaptarse a los gustos de la sociedad si quería sobrevivir económicamente. Y en esa época, la tauromaquia era uno de los espectáculos más populares, especialmente en ciudades como Madrid o Zaragoza, su provincia natal.

Los toros y las comedias eran prácticamente los únicos entretenimientos públicos de masas, y gozaban de enorme aceptación entre las clases medias y altas. La tauromaquia no solo era vista como espectáculo, sino como parte de una cultura arraigada en la vida social y festiva de la época.

El origen del coso taurino de Zaragoza

En Zaragoza, la tradición taurina tiene raíces muy profundas. En 1761, la Sitiada o Gestora de la Real Casa de la Misericordia decidió construir una plaza de toros fija, para financiar su labor social con los niños sin hogar. Esto implicaba reconocer el valor económico de la tauromaquia para sostener instituciones benéficas.

Fue Ramón de Pignatelli quien, en 1764, llegó a un acuerdo con el Gremio de Carpinteros de Zaragoza para levantar la plaza en un solar situado cerca del Portillo, en la salida hacia Madrid. Aquellos terrenos, unas eras dedicadas hasta entonces a la trilla del cereal, fueron el lugar elegido para construir la Plaza de la Misericordia, espacio que todavía está en uso hoy en día.

La estructura fue diseñada con capacidad para 7.800 espectadores, una cifra notable para una ciudad de apenas 40.000 habitantes. El coste de la obra fue de unas 34.000 libras jaquesas, y el gremio incluso donó las últimas 1.600 libras del cobro a plazos como gesto solidario.

A partir de las Fiestas del Pilar de 1764, comenzaron los festejos taurinos en Zaragoza, que no siempre eran corridas tal como las entendemos hoy. Eran a menudo una mezcla de espectáculos, teatro y ritual, donde la lucha entre el hombre y el toro —y a veces también los caballos— adquiría formas diversas.

Goya y la Tauromaquia: entre la crítica y el documento gráfico

Volviendo a Goya, su serie de grabados "La Tauromaquia" fue publicada en 1816. En ella encontramos, por ejemplo, la estampa número 18 titulada: "Temeridad de Martincho en la Plaza de Zaragoza", un aguafuerte con aguatinta que muestra una escena cargada de tensión, sin idealización ni ornamento.

Goya no presenta estas escenas como una apología del arte taurino. Al contrario, muchas de sus imágenes reflejan la crudeza, el dolor y el dramatismo del espectáculo, mostrando más bien un relato crítico o documental de la historia de la tauromaquia en España —desde tiempos medievales hasta su época— que una glorificación del toreo.

Sus grabados pueden interpretarse como una reflexión sobre la violencia, el riesgo y el carácter ritual de la lidia, más que como una exaltación de la fiesta. Eran estampas que se vendían bien, casi como recuerdo para los aficionados, pero en ellas subyace una mirada ambigua, a veces incómoda.

Mercado Central de Zaragoza, al aire libre


Es un detalle del Mercado Central de Zaragoza, cuando se montaba en el mismo lugar que ahora, pero al aire libre, sin tener edificio. Cada vendedor tenía su espacio, todo aquel lugar vacío de viviendas en un ensanchamiento de las calles estaba dividido por secciones, y con las inclemencias del tiempo, unos vendían y otros compraban.

El actual Mercado Central de Zaragoza, también conocido como Mercado de Lanuza, se inauguró el 24 de junio de 1903, el proyecto fue obra del arquitecto Félix Navarro, uno de los principales representantes del modernismo en Aragón, y su estructura de hierro, vidrio y cerámica lo hace único en su estilo, inspirado en los grandes mercados europeos de la época, como Les Halles en París.

Letrinas zaragozanas para recordarnos qué somos

Estamos de paso, en Zaragoza también claro, nada nos pertenece, somos unos alquilados temporales y por eso debemos dejar la ciudad al menos como nos la encontramos. 

Son ya más de 2.000 años viviendo en estos mismos lugares, unos ciudadanos zaragozanos como nosotros, porque aunque fueran íberos, romanos, árabes o judíos no por ello dejaron nunca de ser zaragozanos.

Nada hay como la mierda para homogeneizar a los seres vivos. Todos cagamos y lo curioso es que llevamos miles de años haciéndolo en parecidas situaciones y términos. Eso nos indica —de la forma más básica posible— que somos idénticos a todos.

Estas letrinas públicas son de la Zaragoza romana, la Caesaraugusta de hace 2.000 años. Y aunque son hoy una reconstrucción, están sobre el mismo lugar donde se han hallado restos de unas auténticas y anteriores a que en el mismo solar se edificara una piscina descubierta y porticada. 

Se cree que estos locales tenían capacidad para 29 personas en asientos perforados como los de la imagen, formando una habitación cuadrada, para sentarse cómodamente y hacer las necesidades básicas mientras un canalillo a los pies con agua corriente limpiaba aquellos depósitos. 

Pero además y en los mismos pies de los clientes, el canalillo que daba la vuelta a toda la estancia servía (nos imaginamos que con otra agua desviada y limpia) para hacer las abluciones tras los esfuerzos. 

Aquellos romanos empleaban esponjas o similares para realizar su limpieza personal. Si todo esto les parece antiguo y obsoleto, casi imposible, en estos tiempos, todavía existen en otros países sistemas muy parecidos para usos similares.

Podemos visitar todo el conjunto entre la calle Refugio y la Plaza San Lorenzo, en la pequeña calle de SanJuan y San Pedro.

Cabreros aragoneses preparando el día

Esta imagen es de unos aragoneses, pastores de cabras, poniendo cencerros en los macho cabríos que de alguna forma gobernaban el rebaño con su sonido. 

Tengo que imaginarme que son pastores del Pirineo aragonés, de la zona del valle de Canfranc o cercanías, pero no tengo la seguridad completa. 

La encontré en una pared de cafetería y me encantó el encuadre, la paz que respiran las pobres cabras, las boinas que llevan todos los integrantes de la imagen, incluido el joven y las bolsas de pastor que llevan encima. Un conjunto digno de observar. 

Nota.: Si alguien me puede dar algún dato de la imagen, se lo agradeceríamos. 

Nota 2.: Y efectivamente nos dieron datos suficientes sobre esta imagen.

Recuerdo de Zaragoza por Chocolates Jaime Boix


Con motivo del Centenario de los Sitios de Zaragoza y de la Guerra de la Independencia en España, se realizaron por parte de diversas empresas actividades comerciales que sirvieran para recordar la fecha.

Chocolates Jaime Boix de Barcelona realizó una colección de estampas recordando algunos sucesos de aquella contienda cruel. 

En la que mostramos hay un claro error, pues los sucesos del Segundo Sitio de Zaragoza no fueron en el año 1810 sino en el año 1809.

Años antes a este Centenario, en 1895, la misma fábrica de chocolates Jaime Boix  había realizado una colección de estampas con trajes regionales de cada provincia española, de la que os dejo la referida a Zaragoza.

Pastores aragoneses de Ricardo Compairé Escartín


En una entrada anterior de este mes donde hablaba de una fotografía de los cabreros de Aragón, solicitaba información sobre el autor de la imagen. Mis amables lectores muchas veces funcionan mucho mejor que yo, y enseguida me han remitido los datos que necesitaba para completar la entrada. Así que no solo agradezco la información y os la dejo, sino que además me quedo asombrado del tipo de lectores que este blog llega a tener. Os dejo el texto recibido por Emilio Casanova.
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“Nada más ver la imagen no me ha quedado duda y he ido al archivo que tengo a buscarla, pero no estaba, aunque hay muchas muy similares.

Por ello, naturalmente no puedo poner la mano en el fuego. Hice hace un tiempo un documental sobre cuatro fotógrafos pirineistas, y uno de ellos era Ricardo Compairé Escartín.

El tipo de foto es con un encuadre muy similar a los que hizo Compairé por diferentes valles del Pirineo oscense entre los años 1920 y 1930, recogiendo oficios que iban desapareciendo. Compairé era amigo de Ramón Acín y con otros pensaban en hacer un Museo Etnológico del Alto Aragón

Pero, como digo, al no tener la seguridad total, no puedo afirmarlo. No es el único que hizo fotos de este tipo, pues estaban Oltra y otros, aunque Compairé fue mucho más profuso.

Estuve seleccionando para el documental (se llama El Pirineo Revelado y lo coproduje con Aragón TV) las fotos de Compairé que están en la Fototeca de la Diputación de Huesca.  

Si escribes y envías la foto seguro que os sacan de toda duda: Fototeca Huesca. 974 23 16 71. www.dphuesca.es/fototeca. fototeca@dphuesca.es Si queréis ver el vídeo: http://vimeo.com/32131352
 
No sé si conocéis la web de La Fundación Ramón y Katia Acín. Hemos recogido sistematizado casi 6.000 documentos de todo tipo que están ahí colgados: www.fundacionacin.org

Esta imagen y todos los datos, nos la remitió Emilio Casanova