Hablábamos en la anterior entrada, que el Cine Alhambra de Zaragoza, en el hoy céntrico Paseo de la Independencia —y en donde hoy existe un Bingo en el mismo espacio en donde tras el Cine Alhambra estuvo el Cine Avenida—, se construyó sobre unos terrenos de huerta por donde pasaba la acequia llamada de Pontarrón.
Entonces Zaragoza necesitaba mucho el agua de acequia, para regar las huertas y campos de labor que rodeaban la ciudad, pero también para abastecer de agua de hogar, pues no había en las casas agua corriente. Estamos hablando de principios del siglo XX o de antes.
La acequia de Pontarrón era un ramal de la acequia Romareda, la que da nombre al campo de fútbol, y era una pequeña acequia que cruzaba todo la actual Zaragoza hasta los terrenos de las huertas de Santa Engracia. Hasta 1920 no se organizó el agua corriente en los hogares, poco a poco y según poder económico de las viviendas.
Esta misma acequia era la que llevaba el agua hasta la fuente de la actual Plaza España, en donde era recogida por aguadores en cubas y caballerías, para venderla por los hogares que la pudieran pagar. Según fue creciendo toda esta zona la acequia se entubó para poder pasar por debajo de las calles. Se puede ver en la imagen los recorridos de estas conducciones de agua.
Esta acequia era la que poco a poco fue trasladando el agua potable a los diversos barrios de la margen derecha del Ebro, y la que sobraba se volvía al Huerva. En algunos casos como en Almozara o San Pablo, el abastecimiento se hacía desde la acequia que pasaba cerca de la Aljafería.
Con estas aguas también se daba servicio de Baños Públicos con agua fría y caliente, siendo los más conocidos los que había en esa misma zona del Paseo de Independencia, y eran considerados de los mejores de España por su tamaño y el grado de calor que lograban en sus aguas calientes con el sistema de calderas que habían instalado. El arquitecto de aquellos baños fue José Yarza y se inauguraron en 1915.
Los clientes como es fácil de entender era de clase media a clase alta, incluso en muchos casos de familias que sí tenían ya bañeras en sus casas. Pero se iba a relacionarse con otros hombres, pues en todos los casos, los clientes eran hombres, sobre todo en los días laborales.
Nota.: La imagen que vemos es del libro "Zaragoza, dos milenios de agua" del autor Carlos Blázquez, un excelente libro para quien le interesa conocer la historia de Zaragoza.