12.10.16

¿Quién teme al lobo feroz?

A inicios de los años setenta en Reino Unido y Estados Unidos surgió el movimiento punk como una burla a la rigidez del rock del momento y su sometimiento a las normas del mercado y los convencionalismos que, a su juicio, ocultaban la opresión social y cultural capitalista. Un movimiento antisistema cercano a corrientes anarquistas y nihilistas.

El sistema, en principio, reaccionó con desprecio. De hecho punk sería traducible como “despreciable”, “escoria” o “basura”.

Con la crisis económica de los setenta, el movimiento conocería su esplendor en Europa. Al Estado Español el movimiento llegaría a finales de los setenta y se desarrolló fundamentalmente en la movida madrileña, con grupos como Kaka de Luxe, el Hardcore barcelonés, con grupos como La Banda Trapera del Río y el rock radical vasco, con grupos como la Polla Records que en 1984, en su álbum Salve, incluía la canción Muy punk que dice textualmente:

Ya tenemos ídolos
fabricamos nuestros dioses,
preparamos las poses
siempre atentos a la foto.
Punky de postal, punk de escaparate.
Moda punk en Galerías ¡Muy punk!

Una amarga queja de que el sistema ya había adoptado el movimiento punk, en un principio antisistema, como una moda juvenil más (la referencia a Galerías es a un centro comercial entonces existente que se llamaba “Galerías Preciados”). Así funciona el sistema, integra hasta lo que nace en su contra, edulcorándolo, convirtiéndolo en una moda y exponiéndolo en el escaparate de unos grandes almacenes, símbolo inequívoco del sistema capitalista.

Cuando surgió Podemos, los sectores más conservadores del Estado se escandalizaron y auguraron las mayores atrocidades jamás conocidas hasta el momento si llegaban a tener la más mínima influencia en la vida política. Su existencia era garantía de que las mayores desgracias se cernirían allá donde asomaran su nariz. Y eso, los hizo crecer.

Nunca fueron antisistema, fundamentalmente porque sus cuadros se formaron por gente del sistema huidos de otros partidos donde no encontraron acomodo a sus, quizá legítimas, ambiciones personales (IU, Ciudadanos, Equo, PSOE y, en el caso de Aragón, CHA nutrieron sus dirigentes y cargos intermedios). Exdiputados en Cortes de Aragón, exconcejales, exdirigentes de organizaciones juveniles, gentes que fueron apeadas en la confección de listas electorales o que no se contó con ellos en esos partidos pueblan las estructuras de poder de Podemos.

Podemos no eran, no son, los punkies del siglo XXI, pero aunque lo fueran el sistema los hubiera engullido. Los conservadores nacionalistas españoles contribuyeron, quizá inconscientemente, a su crecimiento.

Hoy ocupan alcaldías, concejalías en varios ayuntamientos y tienen presencia en todas las asambleas legislativas estatales y autonómicas, además del Parlamento Europeo y no solo no han supuesto cambio radical alguno, sino que son sinónimo de una anodina política sin pulso ni proyectos. Un más de lo mismo pintado de morado.

Como ejemplo pueden observarse las propuestas de resolución presentadas en el último debate del Estado de Aragón por Podemos: unas instan a la Admón. General del Estado a hacer infraestructuras, otras instan al Gobierno aragonés a desarrollos legislativos de normas ya existentes -incluso algunas de la etapa PP-Par, otras mostrando preocupación por el desalojo de asociaciones de Guardias Civiles de las Comandancias de Zaragoza y Huesca, otras piden la defensa del ámbito rural, el impulso al turismo de nieve, al aeropuerto de Huesca…, como se ve, nada “revolucionario” o “novedoso”, más bien tirando a conservador.

Ellos mismos no se definen ni de izquierdas ni de derechas, como Adolfo Suárez en su día o como el Par cuando proclamaba que su “partido era Aragón”. Unos y otros pretenden ser “la gente”, “la gente de Aragón”, en el caso de los regionalistas.
En ocasiones, adoptan como propios los tics más conservadores de la política, como sus luchas por la presidencia de las Cortes de Aragón o, por ejemplo, en la última ofrenda de flores a la Virgen del Pilar, donde el Alcalde de la Inmortal Ciudad aparece acompañado por dos concejales, la portavoz del grupo parlamentario de Podemos y la Presidenta de las Cortes de Aragón, de Podemos. Algo sin precedentes. Jamás la Presidencia de las Cortes de Aragón, la segunda autoridad del país, órgano legislativo y depositario de la Soberanía Nacional, había participado en un acto religioso. Un cambio cualitativo a tener en cuenta.

Todo ello en extraña confusión entre lo público y lo privado, poder político y religioso. Creo que la laicidad es una base fundamental de la convivencia. La experiencia religiosa, respetable, ha de vivirse en el ámbito privado y un representante público no debe, en condición de tal, participar en acto religioso alguno. A nivel particular, por supuesto, puede participar allá donde considere oportuno, pero no como Alcalde, concejal, diputada o Presidenta de las Cortes de Aragón. Que uno o una quiere ir a la ofrenda de flores, que vaya ¡faltaría más!, pero como un ciudadano más, en su grupo, en su fila a nivel particular, como quiera, pero no en procesión solemne y, por supuesto, sin guardar fila.

Estupefacto ante este ataque a la laicidad y este paso atrás sin precedentes (hasta entonces la confusión entre lo público y lo privado había quedado en algunos integrantes de la Corporación municipal y no había llegado a las Cortes de Aragón) yo me pregunto:

Participar en una Ofrenda de Flores a la Virgen, entregando un ramo pagado por toda la ciudadanía, saliendo en procesión solemne en calidad de cargo público, llegando hasta el Arzobispo a los pies de la Virgen cortando la ofrenda donde están horas y horas “la gente”, “los que hacen fila”… ¿es respetar la aconfesionalidad del Estado? ¿es apoyar la laicidad de los poderes públicos? ¿es ser parte de “la casta”?

Jorge Marqueta Escuer.